despilfarrando cariño por doquier

aprendí a evitarte el día que descubrí que nunca podríamos estar juntos.
Sentí que perdía un trozo de mi, como las líneas de puntos suspensivos.Nada al otro lado. Nadie. Me dediqué a cuidarte los pasos,sobrevolando tus cambios de dirección, tus días grises y los silencios en blanco y negro que aún cuelgan de aquellos pasillos. Guardé tu nariz de payaso durante dos años, todo el tiempo que tardé en borrar tus cuentos de mi piel. Perdí la cuenta de tus mentiras, de tus -yo te llamo-, de los -tardo cinco minutos,no te enfades- y de ese montón de cosas que solo hacían más evidente la nada que había entre nosotros. Escondí mis cartas para evitar que supieras todo lo que me estaba jugando. Te regalé miradas, sonrisas, abrazos, aplausos y sombras. Dejé que volaras lejos, tan lejos que perdiste el camino de vuelta. Y supe que echarte de menos sólo era una forma más de vivirte. Todo se pasa, aunque a ti te parezca imposible. Los años solo nos sirven para aprender, para querernos de forma distinta, para ver que no somos los mismos y para saber que nunca escucharás la lista de reproches que un día decidí no contarte. Porque en el fondo siempre he pensado que no lo merecías ..


el tiempo se nos atraganta.
Como las palomitas que quedaron sin hacer
la última vez que intentamos ver una película. Juntos.

Nos hemos tropezado tantas veces en tan poco tiempo
que en mis zapatos ya no queda hueco para más arañazos,
ni ganas de compartir paseos contigo.
Se nos han escapado las ganas.
No soy lo que tú esperabas y no eres quién yo creía.

Y cada día nos parecemos más a eso que pensé que nunca seríamos.
Un par de extraños.
Porque en el fondo...
casi todos perdemos cosas por Miedo a no saber cuidarlas.