Repentinamente todo el mundo se le reveló como un miserable engaño. ¡Todos contra ella! En los ojos del viejo chispeaba la complicidad hipócrita que mantienen los hombres entre ellos. Miradas asquerosamente protectoras, irónicas, suficientes, como cuando engañan a un niño. Nunca dicen otras cosas que mentiras.
Fue una mujer, la otra, quien le soltó la verdad en ese papel lila
juro que te lo comenté. encima re lindo, y no se guardó :S maldito blogspot traicionero, más vale que este no se borre
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